Cápsulas de Boxeo , matemáticamente Martes, 8 abril 2014

El boxeador que amaba a otro hombre

Orlando Cruz nació el 1 de julio de 1981 en Yabucoa, una ciudad de 40 mil habitantes en el sudeste de Puerto Rico. De cuna humilde, a los siete años vivía con su familia en el peligroso Residencial Quintana en San Juan cuando sus padres decidieron llevarlo a un gimnasio de boxeo luego de que el niño mostrara la inclinación de resolver a puñetes cualquier disputa en la escuela y en la calle.

Tras una larga y exitosa carrera como boxeador amateur, Orlando clasificó a las Olimpiadas de Sydney en Australia. Luego, ya como profesional, escaló en los ránkings hasta obtener la oportunidad de pelear por el título mundial en el peso pluma. Tenía 30 años, y en Puerto Rico se le conocía como “El Fenómeno” y “El Olímpico”.

Sin embargo, la batalla más grande de su vida no se había dado en los cuadriláteros. Esta había ocurrido en un entorno más íntimo, pues Orlando estaba enamorado de otro hombre con el que se quería casar. En Octubre del 2012 decidió hacer lo que ningún otro boxeador en la historia había hecho antes. “Soy gay y me siento orgulloso de serlo”, dijo en una entrevista para la cadena HBO:

Ser gay en territorio de “los más machos”

A fuerza de ser repetida tantas veces, la frase “cuna de campeones” se ha convertido en un cliché en el mundo del deporte. Si existe un lugar, sin embargo, que sí merece ser llamado como tal en el el boxeo, ese es sin duda Puerto Rico. La isla de 9 mil kilómetros cuadrados (la cuarta parte del departamento de Lima) y menos de 4 millones de habitantes ha visto nacer a 72 campeones mundiales, entre ellos figuras notables como Carlos Ortíz, Héctor “El Macho” Camacho, Wilfredo “Bazooka” Gómez, Félix “Tito” Trinidad y uno de mis favoritos de todos los tiempos: Wilfred “El Radar” Benítez, llamado así por su asombrosa habilidad para detectar los golpes que sus rivales iban a lanzar , antes de que los espectadores, los jueces o el propio contrincante lo hicieran.

A nadie debe sorprender entonces, que el boxeo es un asunto de orgullo nacional para Puerto Rico. Pero al decidir hacerse boxeador, Orlando Cruz había entrado en uno de los territorios más hostiles para un hombre homosexual: el pugilismo, ese quehacer de los más machos, «the manly art» para los norteamericanos, aquella “celebración de la religión perdida de la masculinidad”, en palabras de Joyce Carol Oates.

Antes de Cruz, ningún otro boxeador había declarado abiertamente su homosexualidad. En general, el deporte ha sido una especie de latecomer al tema, aunque otros atletas (desde Martina Navratilova en el tenis, pasando por el nadador y cuádruple medallista olímpico Greg Louganis hasta el basquetbolista de la NBA John Amaechi) habían hecho pública su condición de homosexuales. La lista completa es bastante extensa y la pueden ver aquí.

Ring de Fuego

Luego de la confesión, Orlando Cruz obtuvo la oportunidad de pelear por el título mundial. En la conferencia de prensa anunció que dedicaría este combate a Emile Griffith, el extraordinario campeón mediano de la Islas Vírgenes que había fallecido solo unos meses antes. Griffith, como Cruz, era gay. A diferencia del boricua, sin embargo, Emile combatió en una época en la que reconocer tal condición equivalía al suicidio profesional.

En 1962, Emile iba a pelear por el título mundial frente al cubano Benny “Kid” Paret. La preferencia sexual del hombre de las Islas Vírgenes era ya un secreto a voces en el mundo del boxeo. Antes del combate, el cubano no dudó en calentar el ambiente tocándole las nalgas y llamándolo “maricón” frente a las cámaras de televisión.

Griffith, herido en su fibra más íntima, trepó al ring del Madison Square Garden en Nueva York cegado por la sed de venganza. Poseído por la rabia y el orgullo mancillado, noqueó a Paret en el round número doce luego de aplicarle una seguidilla de veintinueve golpes sin que el árbitro interviniera. Producto de la golpiza, Benny falleció diez días después.

La trágica historia es contada magistralmente en el documental “Emile Griffith: Ring de fuego” y también inspiró el poema “Muerte en el Ring” de Nicomedes Santa Cruz. (Nicomedes solo habla de la muerte del cubano. En el Perú un deportista declarándose gay sigue siendo más improbable que una clasificación al mundial de fútbol)

En el documental (disponible en youtube en su totalidad) se cuenta también cómo muchos años después, Emile casi pierde la vida en las afueras de un bar gay en Nueva York tras ser víctima de un ataque homofóbico y cómo le tomó más de 40 años decir públicamente que era homosexual. Su biografía, publicada en el 2008, nos deja esta reflexión: 

 Sigo preguntándome lo extraño que es todo esto. Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida.

 

El mayor triunfo de todos

El 12 de octubre del 2013, Orlando Cruz enfrentó al mexicano Orlando Salido por el título mundial pluma versión OMB en el Thomas & Mack Center de Las Vegas. Después de siete asaltos, el sueño de coronarse como el campeón mundial número 73 de Puerto Rico había quedado postergado. Salido había resultado triunfador tras tumbarlo por la cuenta de diez en la lona.

Un mes después, sin embargo, la vida le dio a Cruz un mayor triunfo. En el Parque Central de Nueva York contrajo matrimonio con José Manuel Colón, el hombre al que amaba.

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Fuente: Twitter